Juan G. Sánchez Martínez
Cuando me sumerjo en Microcosmos: Un homenaje a las plantas sagradas de las Américas (Jill Pflugheber & Steven F. White), compruebo que ya no es el tiempo de esa falsa dicotomía entre la tecnología y la ancestralidad. Por el contrario, estamos en el tiempo del puente entre las ciencias y tecnologías nativa y eurocéntrica. En esta “convergencia estimulante” –como dice Steven F. White en “Fitoformalismo Microcósmico”– entre ciencia, arte y saberes ancestrales, este “repositorio ecodigital” abre ríos de indagación interdisciplinar sobre las plantas-maestras de Abiayala (las Américas) como el tabaco, la kokita, la huachuma, el peyote, el yagecito, la chagropanga, el wantuk, la salvia, el yopo y el cacao, entre muchas otras. Solo basta con que nos sentemos a contemplar estas imágenes para que la “percepción confocal” –una tecnología para la liberación– nos guíe lentamente hacia una paradoja entre lo micro y lo macro: los diseños verdeazules de las estomas, los tricomas y los xilemas de las plantas-maestras se corresponden con las explosiones de luz de las galaxias y las nebulosas. También con los diseños con los que los pueblos de Abiayala han representado por milenia en el arte rupestre, el tejido, el bordado, la pintura corporal, sus modos de estar en el mundo. ¿Cómo es que a través de microscopios, lentes y fotografías, Microcosmos nos sugiere este puente de confluencias espacio-temporales? Como las plantas-maestras mismas, Microcosmos invita al espectador a que amplíe la mirada, la limpie con sutileza y con silencio y, en este contemplar inmóvil, recuerde el tejido del aire.
Juan G. Sánchez Martínez, Coordinador de Siwar Mayu. Un río de colibríes