Cestrum parqui

El Cestrum parqui, comúnmente conocido como palqui, es un arbusto con flores originario de la zona central de Chile cuyas hojas fétidas han sido utilizadas medicinalmente por los mapuches para el tratamiento de heridas, sarpullidos, alergias, inflamaciones y fiebres. Mössbach menciona el dicho chileno: «Donde el diablo ha plantado una ortiga, Dios ha plantado un palqui«. En una reciente revisión fitoquímica de esta planta, Bahgat et al. describen que las especies de Cestrum L. son responsables de actividades citotóxicas, espermicidas, antimicrobianas y pesticidas. Huanquilef et al. demuestran en su estudio cómo Cestrum parqui puede controlar los insectos que tienen un impacto negativo en el sector forestal chileno. El Cestrum parqui, afirman los investigadores, podría ser un tratamiento alternativo, en sustitución de las nocivas fumigaciones con bromuro de metilo, que tienen efectos de agotamiento de la capa de ozono en el medio ambiente. 

Pero hay características adicionales de esta planta que le dan una importancia especial para la cultura mapuche. En un estudio antropológico sobre la ruka, la vivienda mapuche en las montañas boscosas del sur de Chile, Juan Carlos Skewes describe cómo las viviendas constituyen parte de un paisaje vivo, una forma de que sus habitantes se integren en el medio ambiente y protejan así tanto el bosque como a ellos mismos. Skewes comenta cómo “los árboles y arbustos pueden ser “socios” en el trabajo cotidiano, como fuente de sabiduría o salud en el caso del pellín (Nothofagus obliqua), cuyo contacto físico es aconsejable para las personas enfermas, o como contra o antídoto para los males o embrujos en el caso del palqui (Cestrum parqui), un arbusto caracterizado por su toxicidad”. 

Hay un cierto sigilismo que parece envolver a esta planta, aunque es ciertamente comprensible dada la mirada indiscreta de los forasteros no mapuches. Plowman menciona el Cestrum parqui en un artículo sobre otro poderoso miembro de la familia de las solanáceas, la Latua pubiflora: los mapuches-huilliches del sur de Chile celebran ceremonias de purificación y curación que pueden incluir la flagelación del paciente con las ramas del maloliente palqui (conocido en español como hediondilla) para desterrar a los malos espíritus y a los chamanes enemigos que han causado la enfermedad. Rätsch afirma que experimentó las propiedades psicoactivas de las hojas ahumadas del palqui, comparando el efecto atropínico con el de la solanácea Brugmansia. Rätsch también cita fuentes que nombran al Cestrum parqui, junto con la Latua pubiflora y otras plantas, como ingrediente principal de un incienso psicoactivo utilizado ritualmente por los mapuches. 

Según un fascinante libro editado por Iván Pérez Muñoz, el lugar más sagrado para los mapuches-lafkenche es la Isla Mocha, una isla situada en la provincia chilena de Arauco, a 40 kilómetros de la costa de Tirúa. El nombre de esta isla, conocida por la población indígena como Amucha o Amuchura, proviene de las palabras en lengua mapudungun Am («alma») y Uchran («resucitar»). Este es el lugar de parada en el camino a Wenumapu, el Paraíso Mapuche. Según la historia, es bastante fácil vivir y mucho más difícil morir. Nomtufe transporta las almas con sus pequeñas llamas en la inmensidad de la noche desde el continente hasta la isla en una piragua hecha con un solo trozo de laurel chileno (Laurelia sempervirans) que los mapuches llaman triwe. Cuatro venerables mujeres se transforman en ballenas (meli yene) al final del día y siguen el embarque mientras llevan a sus espaldas a una irascible mujer de largos cabellos blancos conocida como la Trempülkahue, la Jueza Suprema, la Interrogadora de Almas. Las ballenas dificultan el viaje con las corrientes y remolinos que crean, exigiendo el pago por el transporte realizado en forma de un collar de piedras preciosas que llevan las almas y luego, al continuar el turbulento viaje, cada uno de los dos ojos del alma que hacen un pequeño chapoteo en el agua mientras se hunden bajo las oscuras olas y calman a la Trempülkahue, que entonces decide cuáles de las almas son dignas de continuar en el Paraíso como kimche: personas que fueron buenas, justas y trabajadoras en vida, que tenían un sentido de linaje y de pertenencia a un lugar, y que poseían fortaleza espiritual. Un estudio arqueobotánico realizado por la investigadora chilena Carolina Godoy-Aguirre en un yacimiento del noreste de la Isla Mocha, conocido como Complejo El Vergel, examinó residuos vegetales microscópicos en fragmentos de cerámica e identificó positivamente cinco especies, entre ellas Zea mays (maíz) para bebidas fermentadas (aproximadamente en el año 1300 de la era cristiana), así como Cestrum parqui, utilizada con fines medicinales o rituales aún desconocidos. En 1685, en otro caso de represión colonial, las autoridades españolas obligaron a los 500 residentes indígenas de la isla a abandonar el terreno sagrado de su centro ceremonial y los enviaron a vivir a un asentamiento misionero en Concepción. Es posible que Isla Mocha quedara deshabitada durante los siguientes 160 años, aunque algunos creen que un pequeño grupo de mapuches permaneció en la parte de la isla que ahora es la Reserva Natural.

En un artículo publicado en 2002, un grupo de científicos de Texas y Bolivia dirigidos por Robert R. Luedtke, que esperaban «identificar nuevos compuestos que modularan la actividad de los receptores de dopamina», descubrieron que un extracto acuoso de Cestrum parqui «contenía un componente estable que parece ser un agonista en los receptores de dopamina tipo D1» y también tenía «actividad intrínseca en los receptores de dopamina tipo D2». Esto convierte a la Cestrum parqui, de las más de cincuenta plantas analizadas para el estudio, en la candidata más fuerte para su uso en el tratamiento de enfermedades como la enfermedad de Parkinson, el síndrome de Tourette, la esquizofrenia y la adicción a la cocaína. 

Un grupo de investigadores italianos dirigidos por Maria Chiara Di Meo publicó en 2024 una descripción general del Cestrum parqui en la que los científicos resumen los estudios sobre «las propiedades antimicrobianas, anticancerígenas, insecticidas, antialimentarias, molusquicidas y herbicidas» de las hojas. Concluyen que sus investigaciones «justifican el gran interés que suscita esta planta, con una posible y concreta aplicación comercial». 

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