Theobroma cacao
Jonathan Ott es sin duda la persona que ha escrito con mayor elocuencia y profundidad sobre el cacao. En The Cacahuatl Eater: Ruminations of an Unabashed Chocolate Addict, Ott delinea la fascinante historia de esta planta en Mesoamérica y, al hacerlo, crea una definición más amplia de lo sagrado y de por qué ciertas plantas tienen más significado cultural que otras. Según Ott, «la tradición mexicana sostiene que el dios-hombre Quetzalcóatl había sido conducido al paraíso perdido, en el que habitaban los hijos del dios sol.
Cuando regresó al mundo de los hombres, Quetzalcóatl trajo consigo las semillas de cacaoquauitl, nuestro querido cacahuatl.
Quetzalcóatl cultivó entonces el cacao en su jardín, se nutrió de sus semillas y se embriagó con el licor hecho de la fermentación de la pulpa del fruto del cacao.
Así estimulado, reunió discípulos, les enseñó las artes civilizadas de la agricultura, la astronomía y la medicina, y se convirtió en el gobernante de México».
Ott también menciona otra característica importante del cacao como planta medicinal y mezcla: «Al igual que el ayahuasca, el cacáhuatl era un vehículo farmacéutico polivalente para la administración de muchas plantas medicinales; tanto específicas curativas como embriagantes chamánicas».
En The Falling Sky, el chamán yanomami y activista social Davi Kopenawa cuenta la historia de cómo en un pasado remoto sus antepasados fueron aplastados o arrojados bajo tierra, excepto en un lugar en el que el cielo se posó finalmente sobre un árbol de cacao silvestre, que se dobló bajo su peso pero no se rompió. Las primeras personas pudieron entonces escapar a través de un agujero creado por la copa de este árbol.
Phytochemicals: Chemistry and Human Health, un equipo de investigadores mexicanos con Alfonso A. Gardea a la cabeza afirman que «el cacao fue presentado por primera vez a Carlos V en España como arma química, basándose en la creencia de que una vez que los guerreros habían tomado la bebida, eran capaces de luchar sin parar durante todo el día. Sin embargo, la bebida de cacao, ácida e incluso acre, apreciada por los aztecas, no era del todo aceptable para el gusto local». Los autores continúan diciendo que, a nivel mundial, «la producción de cacao ha suscitado serias preocupaciones sobre su sostenibilidad debido a factores como el trabajo infantil, las duras condiciones laborales, el abuso del medio ambiente, el clima cambiante y los escasos beneficios.» ¿Sabía que la mayor empresa chocolatera de Norteamérica, Hershey’s, genera 3.720 millones de dólares en ventas anuales y que la mayor parte del cacao en grano que compra procede de Costa de Marfil, con diferencia el mayor productor mundial, con 1,4 millones de toneladas anuales? En cuanto a los componentes biológicamente activos del cacao, los estudios han demostrado que el cacao reduce la presión arterial y previene también las enfermedades cardiovasculares. También «se ha informado de que aumenta la capacidad antioxidante total en el plasma sanguíneo humano».
Un estudio realizado en 2023 por un equipo de científicos del Borough of Manhattan Community College (Universidad de la Ciudad de Nueva York) y de la Universidad de Rutgers, dirigido por Nadjet Cornejal, investigó las propiedades antimicrobianas y antioxidantes del Theobroma cacao, que, como mencionan los autores en su introducción, fue domesticado originalmente en la región del alto Amazonas unos 1.500 años antes de que estos grupos indígenas de Sudamérica emigraran con esta planta a Mesoamérica. Los autores citan investigaciones que demuestran cómo los granos de cacao «también se utilizaban como moneda, para el comercio, para prácticas rituales y para grandes banquetes entre los mayas y entre las élites aztecas». También existen abundantes y estéticamente atractivas pruebas arqueológicas que muestran el cacao en el jade, la obsidiana, la cantería y la cerámica. El estudio comparativo de cuatro plantas (T. cacao, Bourreria huanita, Eriobotrya japonica y Elettaria cardamomum) ampliamente utilizadas en la medicina tradicional de Centroamérica demostró que los granos de cacao enteros de La Antigua, Guatemala, «mostraban la mayor concentración fenólica total, actividad antioxidante y actividad antiviral selectiva.»
Tres investigadores de la Universidad de California en Santa Bárbara, dirigidos por Anabel Ford, publicaron en 2022 un estudio que sin duda echará por tierra las concepciones generalizadas de que el cacao en la antigua Mesoamérica estaba reservado al uso de una élite. Analizaron 54 sherds (trozos rotos y dentados de cerámica de un yacimiento arqueológico) procedentes de contextos residenciales mayas del periodo Clásico Tardío en los alrededores de El Pilar (Belice/Guatemala). Utilizando la técnica de la espectrometría de masas láser, detectaron «una cantidad significativa del biomarcador clave de la teofilina, para significar cacao». Utilizando esta tecnología punta para realizar análisis de residuos químicos, los autores esperaban responder a preguntas como: «¿Cuál es el consumo de cacao entre la población maya? ¿Está el consumo restringido a las casas de mayor rango? ¿Los agricultores que podrían cultivar cacao, como los de Cerén, consumen también cacao?». Basándose en las conclusiones de este fascinante estudio, los científicos afirman: «Estos resultados disipan cualquier duda sobre la importancia y el carácter inclusivo del consumo de cacao entre los mayas del Clásico Tardío. El hecho de que el cacao estuviera generalmente disponible no disminuye su valor, sino que contextualiza su importancia formal y ceremonial como un fenómeno cultural que experimentó una amplia participación por parte de la población. Mucho más allá del ámbito ritual cívico-ceremonial de la élite, interpretamos la identificación del cacao en vasijas pertenecientes a personas de toda condición como una confirmación de que el prestigio del cacao era consumido por todos en la sociedad maya.»